El indignante episodio del que fue testigo Colombia recientemente, en el que miembros de la policía de Bogotá agredieron a un adulto mayor que se dedica a las ventas ambulantes, no solo han mostrado un nuevo caso de exceso de fuerza por parte de las autoridades, sino el drama que viven miles de adultos mayores en el país que, pese a su edad y ser considerados como población de alto riesgo del virus, deben trabajar para poder mantener a sus familiares.
La historia de don Néstor es una de ellas, pues a sus 70 años debe salir a las calles a vender dulces y demás productos en el centro de Bogotá; pese a su avanzada edad fue atacado entre varios uniformados, quienes además de producirle distintas heridas en su rostro, decomisaron su caja de dulce, con la excusa de que el hombre estaba incumpliendo la cuarentena.
Fue tanto el impacto que consiguió el video de la agresión, que desde la ciudadanía presente hasta el propio presidente Iván Duque, se manifestaron en contra del ataque y del evidente abuso de fuerza por parte de los uniformados. Otra de las personas en manifestarse sobre el hecho fue el comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, Óscar Gómez Heredia, quien aseguró que don Néstor no fue sancionado de ninguna manera pero que las investigaciones contra sus agresores están siendo adelantadas.
Según el testimonio del propio vendedor, quien tras conocerse su caso llamó la atención de varios medios nacionales, tuvo que salir a trabajar al no tener nada para comer, tratando de vender algunos dulces en el sector de San Victorino, donde suele trabajar de manera corriente. Sumado a su difícil situación económica, don Néstor comentó que actualmente vive con su madre, una anciana de 98 años, quien depende por completo de su hijo.
Es por ello que tras conocerse y viralizarse su caso en redes sociales, miles de usuarios le han manifestado tanto a la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, como al presidente Duque, que el hombre debe ser auxiliado por el Estado, debido a su edad y la difícil situación económica por la que atraviesa, sumado a la reivindicación que el mismo país debe hacerle tras los golpes que tuvo que soportar mientras intentaba trabajar.