Los isleños permanecen expectantes al desarrollo de la tormenta, mientras ya decenas de familias se encuentran en albergues ante los violentos vientos que han azotado sus costas.
Toda Colombia permanece expectante al desarrollo del huracán Iota, luego que durante este lunes determinaron que el evento climático alcanzó la categoría 5, el grado más peligroso para ese tipo de tormentas y que puede tener un impacto catastrófico en los habitantes de San Andrés y Providencia si no se toman las medidas necesarias por parte tanto de las autoridades como de los propios ciudadanos.
La información fue confirmada por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC), quienes registraron en el estudio del huracán como sus vientos alcanzan hasta los 260 km/horas, mientras sigue su paso por el mar Caribe, cerca de las islas colombianas y de varios países centroamericanos como Nicaragua y Honduras.
Para los expertos, el huracán se convirtió en un potencial ciclón, algo que implica todo el compromiso de las autoridades nacionales como de la ayuda internacional, ya que desde hace 2 semanas, la misma región sufrió el impacto del embate causado por el huracán Eta y que dejó un saldo de 200 muertos y más de 2,5 millones de damnificados.
Aunque la información advierte que esos 2 países serán los territorios más afectados por el huracán, desde las islas colombianas ya se viene registrando el impacto en varias poblaciones, donde los vientos mantienen incomunicada a Providencia de San Andrés con el cierre del aeropuerto y dificultando la llegada de ayuda o de equipos de voluntarios para atender los problemas inminentes de la población.
Mientras tanto, en Colombia el Ideam confirmó en su último comunicado que el aviso de huracán para Providencia permanece en firme, mientras en San Andrés sigue la vigilancia constante sobre la evolución de los vientos y el impacto en las costas para decretarse la misma medida. Sin embargo, los videos grabados por los isleños en ambos lugares muestran el estado preocupante de miles de familia, quienes temen por sus viviendas mientras otras ya se encuentran sin un techo donde refugiarse.