Un juez cartagenero se negó por tercera vez a aceptar la solicitud de matrimonio de una pareja lesbiana, al punto de tomar acciones legales contra las mujeres.
Crece la polémica en Cartagena debido a la actitud mostrada por el juez Ramiro Elíseo Flórez, conocido en el país por ser el juez que se negó a casar a una pareja de lesbianas por sus convicciones morales; sin embargo, aquel primer encuentro con las mujeres no ha sido el único pleito en el que se han visto involucradas las dos partes, ya que las mujeres insistieron en sus derechos, generando aún más conflictos con el funcionario.
Después del primer “encontronazo”, Julieth del Carmen Ramos y Guaskary Alejandra Vásquez interpusieron una tutela contra Flórez, argumentando cómo el hombre les estaría violando sus derechos por ideas personales, hecho que falló en contra del juez, pero que de igual manera fue ignorado por el funcionario, argumentando una vez más que la decisión va en contra “de sus principios” y convicciones personales, por lo que se negó nuevamente a cumplir con su deber.
No siendo suficiente con negarse a casar a la pareja, el juez Flórez dio a conocer a al aopinión pública la demanda que interpuso contra la pareja homosexual y su abogado, por medio de un auto de respuestas que envió al juzgado noveno de circuito de Cartagena, estancia que le notificó inicialmente que debía casar a las mujeres pero que ahora intentará usar a su favor para contrarrestar la primera decisión.
“Si bien es momento para darle cumplimiento al fallo de tutela de la juez 9° Civil del Circuito de Cartagena de octubre 14 de 2020, notificado el 15 de corrientes vía electrónica a las 11:15 de la mañana, también lo es que deplora este despacho judicial no darle cumplimiento por fuerza mayor al haber denunciado penalmente el 16 de octubre de 2020 al abogado y a sus poderdantes“, advierte el documento presentado por el juez cartagenero.
Cabe recordar el argumento usado por Flórez para negarse a realizar la diligencia, advirtiendo que los servidores públicos tienen que hacerle un juramento a Dios, lo cual lo avala en sus convicciones personales y hace que esté en su derecho de negarse a casar a la pareja al considerar que “se viola la ley de Dios”.