La magnitud del sismo fue evaluada por el Instituto Geofísico de Estados Unidos (USGS) en 7, y en 6,8 por las autoridades turcas.
El fenómeno natural que se sintió hasta Estambul y Atenas, tuvo lugar poco antes del mediodía local en el mar Egeo. En Bayrakli, en la provincia de Esmirna (Turquía), los equipos de rescate intentaron llegar a las víctimas y posibles supervivientes luego que un edificio de siete pisos colapsara; mientras que en Grecia, la zona más afectada fue la isla de Samos, donde dos jóvenes fallecieron por el derrumbe de un muro y nueve personas más resultaron heridas.
“Fue el caos, nunca hemos vivido eso… Hasta ahora no tenemos víctimas. Algunos edificios han sido dañados, una iglesia en particular”, informó el vicealcalde de Samos, Giorgos Dionysiou.
Así las cosas, los medios de comunicación turcos han registrado la tragedia que ha dejado nubes de polvo elevándose en el cielo, y a los habitantes llenos de pánico; “Todas nuestras instituciones comenzaron a desplazarse al lugar para iniciar los esfuerzos necesarios”, declaró el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
Mientras tanto, cabe destacar que Turquía y Grecia se encuentran ubicadas en una de las zonas sísmicas más activas del mundo. Respecto a Turquía, en 2011 un terremoto de 7,1 en la provincia de Van, dejó más de 600 muertos, y el pasado enero uno de 6,7 dejó alrededor de 40 muertos en la provincia de Elazig.
Asimismo, en Grecia, el último sismo se había dado en el año 2017, en la isla de Cos, cerca de Samos, en el archipiélago del Dodecaneso, y dejó dos fallecidos.
